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Nutrición E Inflamación

La inflamación es un proceso conservado evolutivamente caracterizado por la activación de células inmunes y no inmunes que protegen al huésped de bacterias, virus, toxinas e infecciones eliminando patógenos y promoviendo la reparación y recuperación de tejidos (1).

La infección con un patógeno desencadena una respuesta inflamatoria aguda en la que las células y moléculas del sistema inmunitario se desplazan hacia el sitio afectado. Esto, a su vez, provoca la contracción de los músculos lisos y un rápido aumento de la permeabilidad vascular local. En la inflamación incluyen una constelación de comportamientos como: calor, rubor, hinchazón, dolor, pérdida de función, tristeza, anhedonia, fatiga, reducción de la libido y la ingesta de alimentos, alteración del sueño y aislamiento del comportamiento social, así como aumento de la presión arterial , resistencia a la insulina y dislipidemia (1,2).

Está surgiendo evidencia de que el riesgo de desarrollar inflamación crónica se remonta al desarrollo temprano, y ahora se sabe que sus efectos persisten a lo largo de la vida para afectar la salud en la edad adulta y el riesgo de mortalidad. Ciertos factores sociales, ambientales y de estilo de vida pueden promover la inflamación crónica sistémica (SCI) que, a su vez, puede conducir a varias enfermedades que, en conjunto, representan las principales causas de discapacidad y mortalidad en todo el mundo, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes mellitus, la enfermedad renal crónica, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, depresión, enfermedades autoinmunes, enfermedades neurodegenerativas, sarcopenia, osteoporosis y inmunosenescencia.  La SCI también puede afectar la función inmunológica normal, lo que lleva a una mayor susceptibilidad a infecciones y tumores y una respuesta deficiente a las vacunas. Además, durante el embarazo y la niñez puede tener consecuencias graves en el desarrollo que incluyen un aumento del riesgo de enfermedades no transmisibles a lo largo de la vida.

Los desencadenantes más comunes incluyen infecciones crónicas, inactividad física, obesidad (visceral), disbiosis intestinal, dieta, aislamiento social, estrés psicológico, sueño alterado y ritmo circadiano interrumpido, y exposición a xenobióticos como contaminantes del aire, productos de desecho peligrosos, productos químicos industriales y tabaquismo (1).

Tratamiento Nutricional

La dieta típica que ha sido ampliamente adoptada en muchos países durante los últimos 40 años es relativamente baja en frutas, verduras y otros alimentos ricos en fibra y prebióticos y alta en granos refinados , alcohol  y alimentos ultraprocesados (alta carga glucémica, azúcares aislados, AG saturados, AGTrans y sal). Estos factores dietéticos pueden alterar la composición y función de la microbiota intestinal y están relacionados con una mayor permeabilidad intestinal y cambios epigenéticos en el sistema inmunitario que finalmente causan endotoxemia de bajo grado y SCI.

Los productos finales de glicación avanzada y lipoxidación absorbidos por vía oral que se forman durante el procesamiento de los alimentos o cuando los alimentos se cocinan a altas temperaturas y en condiciones de baja humedad aumentan el apetito y están relacionados con la sobrenutrición y, por lo tanto, con la obesidad y la inflamación.

Otros factores nutricionales que pueden promover la inflamación y contribuir potencialmente al desarrollo de SCI son las deficiencias en micronutrientes, incluidos el zinc, selenio, vitamina D  y el magnesio, que son causados ​​por comer alimentos procesados ​​o refinados bajos en vitaminas y minerales, y tener niveles de omega-3 subóptimos (1,3).

Conclusión

Finalmente, cuando se combina con una actividad física baja, el consumo de alimentos procesados ​​hiperpalatosos con alto contenido de grasas, azúcar, sal y aditivos de sabor amplifican la respuesta inflamatoria y contribuyen a un estado biológico que se ha denominado “inflamación” dando lugar a cambios en numerosos sistemas de órganos, como el cerebro, el intestino, el hígado, los riñones, el tejido adiposo y los músculos (1)

Referencia Bibliográfica
  1. Furman D, Campisi J, Verdin E, Carrera-Bastos P, Targ S, Franceschi C, et al. Chronic inflammation in the etiology of disease across the life span. Nat Med. 2019;25(12):1822-32.
  2. Delves PJ, Roitt IM. The immune system. First of two parts. N Engl J Med. 2000;343(1):37-49.
  3. Dibaba DT, Xun P, He K. Dietary magnesium intake is inversely associated with serum C-reactive protein levels: meta-analysis and systematic review. Eur J Clin Nutr. 2014;68(4):510-6.

Tratamiento Nutricional En El SII

El Síndrome del Intestino Irritable (SII) es un trastorno gastrointestinal (GI) funcional que se caracteriza por dolor abdominal, hinchazón y hábitos intestinales alterados.  Se estima que afecta aproximadamente al 11% de la población mundial, con una mayor prevalencia en mujeres en comparación con los hombres. Se ha demostrado repetidamente que el SII reduce la calidad de vida y aumenta la utilización de la atención médica, lo que genera una carga económica significativa.

La fisiopatología compleja del SII aún no se comprende completamente, pero se sugiere que involucra hipersensibilidad visceral, inflamación del tracto digestivo de bajo grado, cambios en la motilidad GI, microbiota intestinal y el eje intestino-cerebro.

Existe una fuerte asociación entre el consumo de alimentos específicos y los síntomas relacionados con el SII, lo que indica la necesidad de una estrategia de tratamiento dietético eficaz.

El consejo general para los pacientes con SII consiste en consumir alimentos con alta densidad nutricional y en porciones pequeñas, limitar la ingesta de alimentos que producen gases y fermentables, alcohol, grasas y comidas picantes. Las dietas sin gluten y sin lactosa para aliviar los síntomas, tienen poca evidencia de la eficacia en ausencia de intolerancia a la lactosa o al gluten o enfermedad celíaca y, por lo tanto, estas dietas generalmente no se recomiendan.

Sin embargo, existe un creciente cuerpo de evidencia de la efectividad de la dieta baja en fermentación de oligo, di y monosacáridos y polioles (FODMAP) en el manejo de los síntomas. La reducción de la ingesta de estos carbohidratos pequeños, indigeribles y, a menudo, fermentables, reduce la osmolaridad intestinal y la producción de gases; por lo tanto, ayuda a reducir los síntomas gastrointestinales.


CONCLUSIÓN

La dieta baja en FODMAP reduce los síntomas gastrointestinales y mejora la calidad de vida en pacientes con SII y solo debe seguirse en consulta con un nutricionista-dietista [1].

Por otro lado, un mayor consumo de alimentos ultraprocesados se asocia con mayor probabilidad de síndrome de intestino irritable y dispepsia funcional [2].


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. van Lanen AS, de Bree A, Greyling A. Efficacy of a low-FODMAP diet in adult irritable bowel syndrome: a systematic review and meta-analysis. Eur J Nutr. 2021 Sep;60(6):3505-3522. doi: 10.1007/s00394-020-02473-0. Epub 2021 Feb 14. Erratum in: Eur J Nutr. 2021 Jun 28;: PMID: 33585949; PMCID: PMC8354978.
  2. Lane MM, Davis JA, Beattie S, Gómez-Donoso C, Loughman A, O’Neil A, Jacka F, Berk M, Page R, Marx W, Rocks T. Ultraprocessed food and chronic noncommunicable diseases: A systematic review and meta-analysis of 43 observational studies. Obes Rev. 2021 Mar;22(3):e13146. doi: 10.1111/obr.13146. Epub 2020 Nov 9. PMID: 33167080.

¿ Bebés Malcomidos?

El aforismo “ Somos lo que comemos ” es frecuentemente utilizado para subrayar el papel relevante de la alimentación en el desarrollo y bien estar del ser humano. Si efectivamente somos aquellos que comemos, algo equivocado estaremos haciendo en nuestra alimentación, ya que la tasa de exceso de peso y obesidad alcanza cerca de un tercio de adolescentes y escolares en países desarrollados.

Desde muy temprano nos habituamos a comer aquello que comemos, por tanto, es de vital importancia que los primeros alimentos introducidos sean con un contenido nutricional interesante para el bebé.

Muchos de nuestros comportamientos alimentarios resultan de millones de años de evolución y programación genética. El Homo Sapiens se fué adaptando por mecanismos de selección natural a ambientes hostiles en que la regla era la escasez de alimentación. Se fueron selecionando genes que determinaban comportamientos alimentarios específicos, como la preferencia por los dulces (mayores fornecedores de calorías) y el rechazo de alimentos amargos o ácidos (asociados a toxinas de plantas), bien como la preferencia por los alimentos grasos o derivados de la carne.

Por tanto, el bebé nace con un gusto innato para el dulce y una aversión al amargo. La preferencia por el salado se va desarrollando a partir del segundo semestre de vida.

A partir de los 6 meses de vida del bebé el volumen de leche ingerido es insuficiente, siendo imposible abastecer adecuadamente las necesidades energético-proteicas y en micronutrientes (vitaminas y minerales).

Debido a la evolución y programación genética mencionada anteriormente, a partir del primer año de vida se acentúa la neofobia alimentaria, siendo el momento en que el bebé empieza a deambular y está más expuesto a posibles alimentos.

Debido a la evolución y programación genética mencionada anteriormente, a partir del primer año de vida se acentúa la neofobia alimentaria, siendo el momento en que el bebé empieza a deambular y está más expuesto a posibles alimentos tóxicos en su ambiente, pudiendo haber traído claras ventajas evolutivas.

Con todo esto, mi objetivo es hacerle ver que su hijo no es un mal bebé, ni un malcomido, ya que lo normal sería que rechace las primeras veces los nuevos alimentos ofrecidos. Es muy importante que la alimentación complementaria sea realizada con la ayuda de un Nutricionista-Dietista para que no se convierta en una tortura y el bebé no empiece a relacionar desde los primeros meses de vida, que la comida es algo negativo, desarrollando una mala relación con la comida que dará muchos problemas en edad adulta.

La diversificación alimentaria debe ser una etapa bonita dónde el bebé alcanza diversos objetivos nutricionales, educacionales y de desenvolvimiento para permitir una transición entre la alimentación láctea exclusiva y la alimentación familiar.


REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
  1. Guerra, A., Rêgo, C., Silva, D., Ferreira, G. C., Mansilha, H., Antunes, H., & Ferreira, R. (2012). Alimentação e nutrição do lactente.

Lactancia Materna

Para la OMS, la lactancia materna exclusiva significa que el lactante recibe únicamente leche materna y ningún otro líquido o sólido a excepción de gotas o jarabes de vitaminas, suplementos de minerales o fármacos.

Existen también otros tipos de lactancia como son la predominante, mixta y parcial. La lactancia deseable por excelencia es la lactancia materna exclusiva durante el primer semestre de vida, siendo mucho más beneficiosa continuarla a lo largo de todo el programa de alimentación complementaria, es decir, hasta los dos años, siempre y cuando fuese mutuamente deseado por la madre y el lactante.

Una extensa revisión de publicaciones sobre el efecto del amamantamiento sobre la salud del bebé permitió el análisis de múltiples estudios.

Los resultados registran una asociación de la lactancia materna a un menor riesgo de otitis media aguda, gastroenteritis aguda, infecciones respiratorias, obesidad, diabetes de tipo 1 y 2, leucemia, síndrome de muerte súbita no lactante y enterocolitis necrotizante (1). Genera protección frente a la aparición de alergias, dermatitis atópica, sibilancias y asma en la infancia y niñez. Se ha relacionado la lactancia materna inicial, sobre todo cuando es exclusiva, con niveles más bajos de colesterol en edad adulta. Además parece que protege del riesgo de padecer enfermedad celiaca y enfermedad de Crohn.

Por otro lado, es de fácil digestión y absorción. Se adapta perfectamente a las características fisiológicas del recién nacido. Fomenta una adecuada función y desarrollo de los labios, la posición de los dientes y los maxilares y por último, la lactancia materna esta asociada a una ventaja en el desarrollo cognitivo que persiste en la edad adulta (2).

En cuanto a las ventajas de la lactancia materna más allá del bebé, encontramos diversas ventajas en la madre como son: mejora la recuperación uterina y disminuye el sangrado postparto. Mejora la anemia del embarazo y aumenta las reservas de hierro al no haber menstruación. Favorece la pérdida de peso y recuperación de la silueta tras el parto. Mejor densidad ósea. Disminuye el riesgo de cáncer de mama postmenopáusico y de ovario. Fomenta la autoestima materna, se genera un vínculo madre-hijo saludable y duradero y disminuye o retrasa la depresión postparto en caso de producirse. Es más práctico y más económico. Disminuye el ausentismo laboral y los gastos en atención médica de niños.


CONCLUSIÓN

La lactancia materna probablemente es la intervención sanitaria que, con menos cortes económicos, consigue mayores beneficios sobre la salud del individuo.

Son necesarias medidas para aumentar las tasas de inicio y duración de la LM. Estrategias de apoyo multidisciplinares implicando a todos los componentes del sistema sanitario.

Ojalá algún día obtengamos mayor apoyo a la lactancia materna a nivel social y laboral.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. Guerra, A., Rêgo, C., Silva, D., Ferreira, G.C., Mansilha, H., Antunes, H., & Ferreira, R. (2012). Alimentação e nutrição do lactente. Revista portuguesa de pediatria. 43 (5, Suppl. 2), S17-S40.
  2. Alimentacion por grupos de edad: desde el embarazo hasta la adolescencia. Hospital Sant Joan de Déu, 2016
  3. Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, 2016

Bebidas Azucaradas

Actualmente es innegable que los hábitos alimentarios constituyen un factor de extrema relevancia en términos de salud pública y que el consumo alimentario adecuado y la mejora del estado nuticional de los ciudadanos tienen impacto directo en la prevención y control de enfermedades crónicas, por lo que deberán ser promovidos e incentivados.

Desde hace un tiempo tuvo inicio la vigencia de impuesto de bebidas no alcohólicas adicionadas de azúcar y otros edulcorantes, para fomentar su reducción y que las empresas se adapten a las preferencias del mercado y consumidores.

Un consumo de azúcar superior al 10% del total de ingesta energética diaria está asociado al exceso de peso, obesidad y adiposidad, desarrollo de patologías crónicas, como enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2, debido a su elevado índice glucémico (1-7). Además el consumo excesivo de azúcares simples se relaciona con la incidencia de caries dental (8-9), en cuanto a enfermedad no transmisible más prevalente(10).

La OMS recomienda que el consumo diario de azúcares simples sea inferior al 10% VET. Esto se corresponde en un valor de referencia de necesidades energéticas diarias de 2000kcal a no consumir más de 200 kcal/ día (10-13).

Ya anunció la organización científica Scientific Advisory Committee of Nutrition del Reino Unido a nivel internacional que los mayores beneficios para la salud pueden ser alcanzados si el consumo diario de azúcares simples fuese inferior al 5% VET (14).

El consumo elevado de azúcares simples se relaciona también al aumento de triglicéridos en sangre, al aumento de la presión arterial y la disminución de HDL, factores que están asociados al aumento de riesgo de enfermedad cardiovascular (15).

Por último, es de gran relevancia añadir que los azúcares simples cuando son adicionados intensionadamente a los alimentos, nos aportan calorías vacías, es decir, aumentan el valor energético del producto sin adicionar ningún valor nutricional (vitaminas o minerales), contribuyendo a una menor calidad nutricional.

La literatura científica informa que el consumo de azúcar potencia el apetito y mecanismos de recompensa de forma más intensa (16). Además el estado físico de las bebidas azucaradas tienen impacto en la saciedad, ya que los alimentos líquidos contribuyen para una menor saciedad y son menos efectivos en la estimulación de la liberación de la insulina (17-18).

Por otro lado, la utilización de edulcorantes no confieren ventajas para la salud ya que el consumo elevado y prolongado de edulcorantes altera la flora intestinal hacia un tipo que favorece la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico.

Importa reflejar también el impacto para la salud de los zumos de frutas, ya que son bebidas que fornecen elevadas cantidades de azúcar provenientes de la fruta y azúcares adicionados.

La evidencia científica afirma que durante el proceso de transformación de una pieza de fruta en su zumo, ocurren pérdidas significativas de vitaminas, minerales y fibras. Además, el azúcar natural de la fruta es separada de su matriz alimentaria, pasando a un alimento líquido, teniendo el mismo impacto metabólico que el resto de bebidas mencionadas anteriormente.

Es de gran importancia advertir que un zumo de fruta no equivale a una pieza de fruta. Una fruta es un alimento sólido junto a su matriz alimentaria.

El precio reducido de estos productos, bien como el elevado número de promociones y otras estrategias comerciales para una oferta a bajo precio es un fuerte influenciador del consumo de las bebidas azucaradas.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Hauner H, Bechthold A, Boeing H, Bronstrup A, Buyken A, Leschik-Bonnet E, et al.
    Evidence-based guideline of the German Nutrition Society: carbohydrate intake and prevention
    of nutrition-related diseases. Ann Nutr Metab. 2012;60(Suppl 1):1-58.
  2. Malik VS, Pan A, Willett WC, Hu FB. Sugar-sweetened beverages and weight gain in
    children and adults: a systematic review and meta-analysis. Am J Clin Nutr. 2013;98(4):1084-
    102.
  3. Malik VS, Popkin BM, Bray GA, Despres JP, Willett WC, Hu FB. Sugar-sweetened
    beverages and risk of meta- bolic syndrome and type 2 diabetes: a meta-analysis. Diabetes Care.
    2010;33(11):2477-83.
  4. Malik VS, Schulze MB, Hu FB. Intake of sugar-sweetened beverages and weight gain: a
    systematic review. Am J Clin Nutr 2006;84(2):274-88.
  5. Vartanian LR, Schwartz MB, Brownell KD. Effects of soft drink consumption on nutrition
    and health: a systematic review and meta-analysis. Am J Public Health. 2007;10(4):120.
  6. Stanhope KL. Sugar consumption, metabolic disease and obesity: The state of the
    controversy. Critical Reviews in Clinical Laboratory Sciences. 2016;53(1):52-67.
  7. Elia M, Cummings JH. Physiological aspects of energy metabolism and gastrointestinal
    effects of carbohydrates. Eur J Clin Nutr 2007;61(Suppl 1):S40–74.
  8. Marcenes W, NJ K, Bernabe E, Flaxman A, Naghavi M, Lopez A, et al. Global burden of oral conditions in 1990-2010: a systematic analysis. J Dent Res. 2013;92(7):592-7.
  9. Freeman R. Moderate evidence support a relationship between sugar intake and dental
    caries. Evid Based Dent. 2014;15(4):98-9.
  10. World Health Organization. Guideline: Sugars intake for adults and children. Geneva: World Health Organization; 2015.
  11. World Health Organization. Diet, nutrition and the prevention of chronic diseases: report of a WHO Study Group. WHO Technical. Report Series 797. Geneva: World Health Organization; 1990.
  12. World Health Organization. Diet, nutrition and the prevention of chronic diseases: report of a Joint WHO/FAO Expert Consultation. WHO Technical Report Series, No. 916. Geneva: World Health Organization; 2003.
  13. U.S. Department of Health and Human Services and U.S. Department of Agriculture. 2015 – 2020 Dietary Guidelines for Americans. 8th Edition. 2015 [Available from: http://health.gov/dietaryguidelines/2015/guidelines/.
  14. Buttriss J. Why 5%? An explanation of SACN’s recommendations about sugars and health. London: Public Health England; 2015.
  15. Appel LJ, Sacks FM, Carey VJ, et al. Effects of protein, monounsaturated fat, and carbohydrate intake on blood pressure and serumlipids: results of the OmniHeart randomized trial. JAMA. 2005;294:2455–64.
  16. Tryon MS, Stanhope KL, Epel ES, et al. Excessive sugar consumption may be a difficult habit to break: a view from the brain and body. J Clin Endocrinol Metab. 2015;100:2239–47.
  17. Woodward-Lopez G, Kao J, Ritchie L. To what extent have sweetened beverages contributed to the obesity epidemic? Public Health Nutrition. 2010;14(3):499–509.
  18. DiMeglio DP, Mattes RD. Liquid versus solid carbohydrate: effects on food intake and body weight. Int J Obes 2000;24:794–800.